Revista Digital Interactiva

Por. Miguel Ángel Pérez Merchant 

Kodak nuevamente ve en riesgo su patrimonio y en consecuencia, podría considerar el cierre total de sus operaciones a 133 años de existencia, por deudas de más de 500 millones de dólares por lo que se ve obligada a tomar medidas muy drásticas como anular el sistema de pensiones, según un  documento regulatorio del 11 de agosto.

De acuerdo con Wall Street Journal, las acciones de Kodak se desplomaron 1,73 dólares, o un 26%, hasta los 5,05 dólares. Al ser contactado para obtener comentarios, un portavoz de Kodak mencionó la declaración en su presentación regulatoria.

Su actual crisis financiera está vinculada a casi 500 millones de dólares en obligaciones de deuda a corto plazo, así como a más de 200 millones de dólares en pasivos por pensiones. El año pasado, Kodak anunció que cancelaría su plan de pensiones para reducir su deuda, según el Wall Street Journal.

La historia de Kodak es un caso de estudio clásico sobre cómo una empresa líder puede fracasar al no adaptarse a los cambios tecnológicos. La lección principal es que, incluso los gigantes, si no son ágiles y no apuestan por la innovación, corren el riesgo de volverse obsoletos.

Kodak ya se había  declarado en quiebra en 2012 de la que salió reinventada

Kodak fue pionera en la invención de la cámara digital. En 1975, el ingeniero de Kodak, Steve Sasson, construyó el primer prototipo. Sin embargo, la compañía, que dominaba el 90% del mercado de películas fotográficas en Estados Unidos, no quiso apostar por esta nueva tecnología. Sus directivos temían que la fotografía digital canibalizaría su lucrativo negocio de rollos y revelado. 

Para cuando su propio inventó revolucionó el mercado, la propia empresa decidió no avanzar, mientras su competidor de enfrente Fujifilm, aprovechó el letargo de Kodak para acaparar gran parte del mercado de fotografía digital, con gran éxito. 

 

La mala toma de decisiones en Kodak, los llevó a que la emblemática empresa Eastman Kodak se declarara en bancarrota, acogiéndose al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos. Este evento, aunque chocante para muchos, fue el punto culminante de un largo declive provocado por su incapacidad para adaptarse a la revolución de la fotografía digital.

 

A pesar de la quiebra, Kodak no desapareció. Se sometió a un drástico proceso de reestructuración. Con ello, la «nueva Kodak» abandonó la venta de cámaras y películas para consumidores y se enfocó en la tecnología de impresión comercial para clientes corporativos, además de licenciar su valiosa cartera de patentes.

 

Salió de la bancarrota en 2013 como una empresa mucho más pequeña y centrada. También ha incursionado en otras áreas, como la fabricación de productos químicos para el sector farmacéutico, e incluso ha vuelto a tener éxito en el mercado de cámaras con modelos nostálgicos.