Mary Hallock-Greenewalt: Un legado de arte y tecnología
Mary Hallock-Greenewalt: Un legado de arte y tecnología
Por: Brenda Ramírez
Mary Elizabeth Hallock-Greenewalt (1871-1950) fue una visionaria pianista e inventora que logró la audaz hazaña de unir el sonido con el color. Fue una talentosa solista que tocó con las orquestas de Filadelfia y Pittsburgh, pero su verdadero impacto se halla en el Nourathar, una forma de arte visual que ella misma creó.
Nacida en Beirut, Mary Hallock-Greenewalt se trasladó a Filadelfia en su niñez. Su pasión por la música la llevó a estudiar en el conservatorio de Filadelfia y en Viena, cultivando la idea de que la música no solo debía oírse, sino también verse. A diferencia de otros inventores, que buscaban una relación matemática entre notas y colores, para ella la conexión era artística y personal, una manifestación del temperamento del intérprete.
El término Nourathar se deriva de las palabras árabes para “luz” (nour) y “esencia de” (athar), reflejando su objetivo de capturar la esencia de la música a través de la luz. Su invención más célebre, el Sarabet, fue un “órgano de color” que permitía proyectar luces en perfecta sincronía con la música. Nombrado en honor a su madre, Sara Tabet, este instrumento se perfeccionó a lo largo de casi dos décadas.
Para construir el Sarabet, Mary desarrolló y patentó varias tecnologías, obteniendo 9 patentes en total. Entre sus inventos destaca un reóstato no lineal, crucial para controlar la intensidad de la luz. Esta invención fue tan avanzada que la llevó a ganar una histórica demanda por infracción de patentes contra gigantes industriales como General Electric en 1934. Su trabajo culminó con la publicación de su libro, Nourathar: el bello arte de tocar luz-color, en 1946.
El legado de Hallock-Greenewalt también se extiende a la imagen en movimiento. A menudo se le atribuye la creación de los primeros filmes coloreados a mano. Sin embargo, estos no eran películas convencionales, sino tiras de celuloide diseñadas para ser reproducidas por una versión temprana del Sarabet. El dispositivo funcionaba como un precursor de los visualizadores musicales de hoy, donde el espectador observaba patrones geométricos pintados a mano que se sincronizaban con la música, un trabajo que anticipó el cine experimental de figuras como Len Lye.
Aunque su trabajo con los filmes tenía un propósito distinto al del cine tradicional, demuestra su ingenio para utilizar el color y la luz de manera innovadora. Su visión la colocó a la vanguardia de la intersección entre arte, tecnología y color.