Baz Luhrmann
Cinematografía
Baz Luhrmann
Cinematografía

Por: Brenda Ramírez Ríos
Baz Luhrmann no hace películas; crea experiencias operísticas, febriles y sensoriales. Su estilo, a menudo catalogado como maximalista, se caracteriza por una sobrecarga visual, un tono anacrónico y vibrante de la música popular, y una devoción inquebrantable por las narrativas de amor condenado y el esplendor decadente. Una mirada a su Trilogía de Telón Rojo (Strictly Ballroom, Romeo + Julieta, Moulin Rouge) culminando con El Gran Gatsby, revela un director que convierte el melodrama en un espectáculo vertiginoso.

La ópera prima de Luhrmann, Strictly Ballroom, fue el punto de partida de su estética de exageración y color. En esta comedia romántica ambientada en el mundo hipercompetitivo del baile de salón australiano, el director presenta por primera vez su fascinación por los mundos cerrados y artificiales, llenos de reglas rígidas y trajes brillantes.
La cinematografía aquí es más sencilla, pero ya introduce el uso de la puesta en escena teatralizada y los close ups dramáticos para capturar la pasión y el conflicto. El clímax de la competencia de baile anticipa la explosión visual de sus obras posteriores. Es la primera muestra del estilo de Luhrmann: la convicción de que la vida es un espectáculo que debe ser vivido y filmado con la máxima intensidad.

Con Romeo + Julieta, Luhrmann tomó la tragedia shakesperiana y la lanzó a un caos pop de fin de siglo. Mantuvo el diálogo original, pero el entorno se transformó en Verona Beach, una metrópolis punk-chic. La cinematografía es frenética, utilizando cortes rápidos y planos detalle exagerados para simular la intensidad de un videoclip.
Esta película es la primera muestra clara del estilo collage de Luhrmann: los Montesco y los Capuleto se enfrentan como bandas rivales en un western moderno; la gasolina, las armas con nombres de marcas religiosas y los disfraces barrocos chocan con la sensibilidad MTV. El resultado es un torrente visual que establece un tono de “fiebre de la juventud” ideal para la pasión instantánea y destructiva de los protagonistas.

Moulin Rouge elevó la estética de Luhrmann a una cima de opulencia y tragedia posmoderna. Ambientada en el París bohemio de 1899, la película funciona como un musical donde la música no es original, sino un medley de éxitos pop de finales del siglo XX (Desde David Bowie hasta Madonna, pasando por Nirvana). Este anacronismo musical, además de una elección estética, es temática: destaca la atemporalidad del amor, la libertad y el sacrificio.
La cámara de Luhrmann es una entidad hiperactiva, vuela sobre los escenarios del cabaret, gira con los bailarines y se acerca a los rostros atormentados de Christian y Satine. La fotografía está saturada de rojos y dorados, creando una atmósfera de esplendor y peligro. Es un “espectacular, espectacular”, donde la emoción es tan grande que debe cantarse con canciones icónicas.

Al abordar el clásico de F. Scott Fitzgerald, Luhrmann fusionó su estilo con el exceso de los Roaring Twenties. Utilizando la tecnología 3D, transformó las fiestas de Gatsby en raves anárquicas, visualmente densas y de una escala épica. El montaje, aunque algo más moderado que en Moulin Rouge, sigue siendo intenso, capturando el cinismo y la velocidad de la era del jazz.
Al igual que en Moulin Rouge, la música es una mezcla anacrónica: el jazz convive con el hip-hop y la música electrónica. Este choque sonoro actúa como un comentario cultural sobre la superficialidad y el vacío moral detrás del brillo. La cinematografía es brillante y artificial, reflejando perfectamente la fachada de Gatsby: un hombre hecho de ilusiones que vive en una mansión de otro mundo.

La cinematografía de Baz Luhrmann se define por su audacia. Es un estilo de sobrecarga sensorial que trasciende la barrera del tiempo y el género. Sus películas son grandes, románticas y ruidosas; no buscan la sutileza, sino la catarsis espectacular, convirtiendo cada historia de amor en una enorme ópera pop.
